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Volveré por ti!
-
Lo se!
-
Te amo!
-
Y yo a ti! – su grito se perdió entre el silbido del
tren que se alejaba, fueron sus ultimas palabras, la ultima vez que se sintió
feliz. Los siguientes días, había estado
tan enfrascada en su trabajo, que no supo del accidente sino hasta que la llamaron para preguntar si asistiría
al funeral.
Desde entonces, vive caminando en la oscuridad, respirando
mecánicamente, viviendo porque nadie le hace el favor de sacarla de su
miseria. El era su esperanza, su luz, su
todo, y ahora no había mas que un agujero vacío que nunca se podría llenar.
Los turnos en el hospital iban y venían, sin distinción de
cual era en el día y cual en la noche.
Buscaba sin cesar, entre las caras desconocidas, una sola que le borrara
su dolor, que le dijera que todo había sido un error, pero jamás la encontraba
y la desesperación con mas fuerza de ella se apoderaba.
Sus amigos, cuales amigos?, se habían ido al verla sumida en
la depresión, vaya amigos! Aunque, en realidad, fue ella quien con desprecio y
acusaciones, poco a poco los alejo.
Un día encontró la solución, y sumida en el sopor de la
morfina, finalmente lo vio:
-
Terry, mi amor
-
He vuelto por ti
-
Lo se, aquí estoy!
-
Te amo
-
Y yo a ti…
Y dejándose llevar por el eterno sueño, con la aguja aun
metida en el brazo, Candy se dirigió hacia donde ella creía que seria feliz,
aunque eso fuera en el mismo infierno.
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