lunes, 17 de febrero de 2014

A la orilla del muelle



Es una oscura y nublada noche en la ciudad de Londres,  los autos pasan lejanos y dejan su eco sonando entre los altos edificios que rodean la ciudad.  Hace frío, y el típico zumbido de personas que se escucha aun estando lejos, parece haber desaparecido, como si en algún momento, la mayoría se hubiera dormido y solo algunos han quedado rezagados.  El cielo resplandece de repente, anunciando una tormenta inminente.  Ataviado en su siempre elegante y muy fino traje, Archie caminaba en círculos por la plazuela vacía, llevando sus pensamientos de un lugar a otro sin llega a un objetivo en concreto, la incertidumbre lo desconcierta, todo parece tan irreal.  Un taxi se aproxima, con un movimiento lo llama y se sube en el, “a donde lo llevo”, pregunta el taxista – solo maneje- le contesta el. - Quiere ir muy lejos, que salgamos de la ciudad- pregunta nuevamente el taxista, intrigado por el semblante de su pasajero, - no lo se todavía- contesta Archie, sin poner atención realmente a lo que se le estaba preguntando.

Se encontraba en un punto de su vida en el que estaba buscando respuestas, algo, lo que sea, que le dijera qué es lo que se supone que debía hacer consigo mismo.  Había estado tan acostumbrado a que le dijeran que rumbo tomar, a que le informaran simplemente las decisiones que habían hecho y seguirlas, pero ahora, se encontraba solo en esta ciudad, y jamás se había sentido tan perdido y desubicado. Mientras viajaba por las siempre vacías y ahora húmedas calles de Londres, observaba las gotas de lluvia golpear las ventanillas, tan solitarias y a la vez tan unidas, siguiendo su curso a través de las calles, cumpliendo su objetivo, bañando la tierra, saciando su sed; ojala él tuviera así de claro su propósito en la vida.

Aun se preguntaba, qué había sido lo que le impulso a aceptar dejarlo todo y venir acá, donde no había nadie conocido, como si estuviera huyendo de algo… o alguien…Si, de alguien, tenia que admitirlo, su corazón no pudo mas que su voluntad, ya era mucho tiempo soportando su impuesto compromiso, pero verla a ella correr feliz a los brazos de su rival, fue demasiado. Así que a la primera oportunidad, se vio embarcado hacia un nuevo lugar, sin tener completamente claro qué iba a hacer, alejándose de su familia y su deber.

Habían pasado 6 meses ya de su auto desaparición, aun no se contactaba con nadie, y aunque no había hecho mucho esfuerzo en ocultarse, tampoco nadie lo había encontrado, o buscado. Seria que a nadie le importaba realmente lo que hiciera con su vida? Por un instante sintió miedo a estar realmente solo en este mundo, parado en la orilla de una cornisa, solo esperando a caer, talvez ya eran muchos los golpes soportados, talvez ya no pertenecía a este mundo.

Qué tan difícil es soltarse de todo, saltar al vacío, dejarse ir…

El taxi frena bruscamente, sacando a Archie de sus desesperadas cavilaciones, regresándolo de golpe a la realidad.  La lluvia sigue cayendo y la noche se cierne mas oscura sobre la ciudad, él fija sus ojos en quien ha provocado la parada, una mirada asustada se cruza con la de el, en un impulso, se saca unos billetes de la bolsa y se los entrega al taxista, probablemente sea mas de lo que el viaje ha costado, pero eso no importa ahora.  La chica ha salido corriendo como si hubiera visto un fantasma, y el va tras ella dándole alcance pocos metros mas adelante, la toma del brazo, parando así, su desenfrenada carrera.

-         Espera, por favor, espera – le pide, jadeando por la falta de aire, por la adrenalina liberada, por la ansiedad del encuentro – no corras, de que huyes?- le pregunta, encontrándose nuevamente con esos ojos oscuros que no dejan ver completamente la expresión que quieren dar, haciéndolos mas misteriosos, mas interesantes, haciendo que quiera simplemente mas.
-         Huyo de todo, de nada, de mi- le contesta, con una voz frágil, perdida, ausente, y baja la cabeza como si estuviera derrotada, cansada, lista, talvez, para dejarse ir, tal y como el lo estaba pensando hace un instante.
-         Déjame ayudarte- le propone – talvez en el camino, encuentre yo también mi propio destino.

Ella le devuelve la mirada intrigada, es un extraño que ha salido de la nada, y le tiende una mano amiga, ofreciéndole una salida; lo que aun no se da cuenta, es que ella es, para Archie, una luz en el túnel oscuro en el que estaba metido, un nuevo camino que tomar, un nuevo destino que perseguir.

Y así, en medio de un muelle que recibe las crecientes olas del Tamesis, Archie toma la mano de esta chica, quien se deja llevar, y camina sin rumbo fijo hacia ningún lugar, ya mas adelante verán que nuevas cosas encontraran.

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