lunes, 17 de febrero de 2014

Diferentes caminos



Era una preciosa propiedad construida en medio de un enorme campo, con grandes extensiones de jardines bellamente cuidados, la fachada de la mansión era sobria y elegante, con un estilo victoriano no recargado, el castillo digno de una princesa, tal y como siempre lo había soñado.

Había decidido entrar caminando, las perfectamente adosadas baldosas que marcaban el camino se abrían paso a través de verdes arbustos que comenzaban a florecer, estaban en el inicio de la primavera y no podía haber mayor esplendor.

Era la casa de la nueva señora Eldridge, una mujer hermosa, refinada, perteneciente a la alta sociedad y que, un tiempo atrás, había sido su novia.  De aquella chica tímida y virginal no quedaba nada ya, todos decían que se había vuelto frívola y desalmada, y sin embargo, de vez en cuando, aun recibía sus cartas.  Por eso había decidido venir, algo le decía que ella no era del todo feliz.

Parada en el umbral de la gran puerta de madera, ella le esperaba.  Vestía un entallado traje negro y su cabello recogido la hacia parecer mas alta y delgada. Era rubia ahora, y su mirada tampoco era la misma, no había chispa en ellos, solo vacío, tristeza y vacío.

Archie se acerco con su mejor sonrisa, y por un instante pudo ver en ella un pequeño destello de aquella Annie a quien había conocido, pero ella rápidamente recobro la compostura, y recibió su mano con un elegante gesto, invitándolo a pasar.

Habían pasado tanto tiempo sin verse, talvez esperaba un poco mas de efusividad, pero ella ahora estaba casada y era un estado que debía respetar.  El escalofrío que le provoco entrar en el vestíbulo, le hizo recordar una vez que ellos habían salido a caminar al lago bajo una leve nevada, siendo apenas unos jovencitos queriendo experimentar, un copo se había colado en el abrigo de Annie, llegando a su calida espalda, provocándole un respingo que la hizo gritar y saltar hacia los brazos de Archie,  un copo que provoco aquel primer beso que ambas bocas anhelaban.

Regresando de sus recuerdos,  mientras le servían el te en una fina porcelana,  Annie hablaba de trivialidades, chismes sociales,  cosas que poco le interesaban, ella parecía estar cómoda como anfitriona, con su papel de esposa trofeo, no era un secreto que se había casado con el señor Eldridge por la posición a la que escalaba, algo que el ya no le pudo ofrecer.

Había sido una difícil decisión para tomar.  Con su hermano en la guerra, Candy y Terry estableciéndose en Nueva York, Albert tomando posición en la familia, quedaba en el algo que no encajaba del todo bien, parecía que no estaba a cargo de su destino, que simplemente se estaba dejando llevar por las circunstancias, siguiendo un patrón, un camino ya recorrido.  Quiso hablar con Annie de sus inseguridades,  pero ella ya las había visto, y antes de ser dejada, decidió dejarlo a el, alejándose así para irse a vivir a este nuevo castillo de fantasía.

Así que Archie se fue, tomo de ejemplo las experiencias que le contaba Albert sobre sus viajes en África, pero termino llegando a la India, donde vivió muchos años, rodeado de aromas, gente nueva, un idioma y costumbres extrañas, escribiendo de vez en vez a sus conocidos en America, encontrándose a si mismo, finalmente sintiéndose feliz.

Fue allí donde recibió aquella primera carta de su antigua novia.  Le había llegado entre la correspondencia de Candy, lo cual le pareció bien, al menos seguían siendo amigas.  Annie le contaba que estaba bien, que estaba viviendo un sueño, que aun no tenia hijos y que a veces, solo a veces, extrañaba su anterior ser.  Todas las cartas llevaban un dejo de melancolía, y por el cariño que una vez le tuvo, fue que decidió darle una visita.

Y allí se encontraba ahora, en medio del lujo y la comodidad, frente a quien parecía ser una pieza mas en la colección de la casa, una muñeca de porcelana, tan fuerte por fuera pero tan frágil si la haces caer.  El le hablo de su viaje, de sus aventuras en un país extraño, y ella parecía tan sedienta de saber, como si desde que se caso nunca hubiera vuelto a salir.

-         Annie, eres feliz?- le soltó de repente, ella se sorprendió ante tal atrevimiento, pero era Archie, que le podía ocular? Era el a quien ella había amado siempre, pero la ambición la cegó y ahora ya no era libre.
-         Yo soy feliz si tu eres feliz, Archie- le respondió, haciéndole entender que, aunque fuera muy desdichada, no iba a renunciar a lo que había conseguido.

Archie salio de la propiedad, dejando a una Annie que ya no conocía, y de nuevo tomo el camino entre los arbustos, de regreso a su vida sencilla, aquella que había encontrado fuera de todos los convencionalismos,  de regreso a los azabaches ojos de la mujer que le esperaba al otro lado del mar, que no le pedía nada, que lo dejaba simplemente ser.

Sin duda la vida da muchas vueltas, y las decisiones que tomas en los momentos cruciales de tu vida, marcaran si lograras ser feliz.  La vida de lujo ya no era para el, y talvez, solo talvez,  si Annie le hubiera seguido, hubieran vivido bien juntos, pero eso no lo sabría nunca ya, ambos iban por diferentes caminos, unos que jamás se iban a volver a encontrar.

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