“- A mi que me envuelvan en satín!
- Yo quiero una cama de rosas!
- Ay Anthony, eso es para chicas!
- Y el satín no?
- JAJAJAJA….”
Inocentes conversaciones de niños a los que la muerte
también les parece un juego. Recién
habíamos hablado con el tutor sobre los funerales egipcios y romanos, cosa mas
aburrida para nosotros, ¿qué tenía eso de interesante? ¡Simplemente queríamos
salir a jugar! Y cuando finalmente nos liberó, el tema, sin querer, nos siguió
rondando en las cabezas. Y como un juego
también dijimos las cosas que querríamos cuando fuera nuestro turno, que claro,
sería cuando estuviéramos con las cabezas blancas, la piel arrugada y los
dientes faltantes; cosas graciosas en aquel entonces, quién diría que nada
resultaría tal y como lo imaginábamos.
Primero fue Anthony, el mayor de los tres, el que se iría
mas joven. Y es que cuando tienes toda
una vida por delante, no puedes imaginarte cómo algo tan cruel puede suceder,
pero pasó y no tuvimos más opción que dejar a la muerte llevarse a nuestro amigo
y vivir la vida que él ya no pudo mas.
Stear fue demasiado noble para su causa. Patriotismo y deber debieron ser palabras que
nunca tendríamos que haber conocido, fueron esas palabras las que lo llevaron a
los brazos de esa dama silenciosa, que solo espera y se los lleva sin dejarlos
ver atrás. Pero una caja vacía en un terreno sin plantar no cuenta como
entierro. Un escueto telegrama y una
caja con objetos personales no es suficiente prueba. Hasta que no te envuelva en satín y te ponga
en una cama de rosas, para mi no estarás muerto.
Décadas han pasado ya desde que terminó la guerra. Me rehúso a creer que ha sido en vano mi
búsqueda, mi piel se ha arrugado, mi pelo se ha vuelto blanco, ya no tengo
dinero, ya no tengo familia, solo me queda la esperanza de poderte
encontrar.
Y mientras veo la corriente del Sena fluir hacia el océano,
remembranzas de nuestra niñez vuelven a mi mente, añoranzas de aquella vida que
los tres debíamos tener. No moriré
joven, no habrá deseos que cumplir para mi, solamente uno, el que tal vez, un
día de estos, seas tu quien me venga a buscar.
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