lunes, 22 de abril de 2013

Tal vez



Hace tiempo ya perdí a mi única amiga.  Todos dicen que fue el cigarro y alcohol, yo se que murió por tener el corazón roto.  Es diciembre, se acercan las fiestas mas alegres del año, para mi no es así,  y mientras sigo caminando por el cementerio no dejo de pensar, nada es para siempre…

Ella siempre fue tan alegre, tan llena de vida, con una cara tan linda, me pregunto como diablos vino a parar a estos lados, fue un gran desperdicio. Aun me duele su partida, a veces aun no puedo creer que ya no este conmigo, aun cuando siento su presencia a mi alrededor constantemente, talvez es solo mi imaginación, mi tonta necesidad de creer que al anochecer la veré entrar por la puerta con su deslumbrante sonrisa y brazos abiertos dispuesta a una noche mas a mi lado.  Se que yo no era quien ella quería, pero la veía tan feliz, nunca pensé que fuera una careta mas.

Que como llegamos a eso?  Muy fácil, siempre fui su amigo, siempre estuve allí para ella, y en un momento de depresión fue tan sencillo abrirle los brazos para que ella me dejara entrar en su corazón, al menos así creí.  Una vez cenando juntos, ordeno una botella de vino, extraño de su parte pues siempre la creí en contra de los efectos del alcohol,  pero la venda de mis ojos estaba tan apretada que no pude ver que lo único que estaba buscando era un escape.  A partir de entonces se divertía tanto estando alcoholizada, la mayoría de veces yo la acompañaba, mi egoísmo hizo que no le advirtiera a nadie de este nuevo comportamiento, era tan buena disimulándolo! Algo tuvo que haber aprendido de ese malcriado, a mantener las apariencias.  Yo me sentía tan especial, solo a mi me buscaba para irse a perder, y se entregaba a mi con tanta pasión, tanta lujuria… pero sin amor.

Por las mañanas siempre la encontraba con la mirada perdida,  pensando, analizando, pero en cuanto notaba mi presencia, sonreía de tal forma que deslumbraba al sol y yo me olvidaba de mis preocupaciones hacia ella.  Y entonces comenzaron los problemas; ahora ya no me buscaba, se iba sola, pasaba noches enteras tratando de encontrarla, yendo a todos los lugares donde habíamos estado, para salir siempre sin nada,  cuando regresaba a casa, allí estaba, no decía nada y yo tampoco preguntaba, verla allí sana y salva me consolaba, ese fue mi error.

Un día se fue y ya no regreso.  De la morgue me llamaron para llegar a reconocerla.  Allí estaba, tan pálida, tan seria, tan bella, tan ausente.  Nunca supe que le sucedió,  nadie quiso saberlo, creo que todos teníamos nuestra propia versión, y talvez ninguno se equivocaba.  Lo único que le encontraron entre su ropa fue un recorte de periódico donde anunciaban el fallecimiento de el. Todo tenia sentido. Se fue para encontrarlo en la eternidad.

Hoy he recorrido el sendero hasta su último descanso una vez más.   Me siento viejo,  solo, como si fuera otra persona, talvez no he cambiado, pero se que ya no soy el mismo.  Su muerte me esta matando lentamente. Leo esos números que me dejan un gran vacío en el corazón, Candice White Andley 7 mayo 1898 – 18 diciembre 1921
De mi bolsillo saco una nota que dice así:

“Te tuve y fui feliz
                            Te perdí y ahora eres feliz
Temo a seguir con vida
Temo al sufrimiento sin fin

Archie.”

Dejo mis palabras de siempre, como si en verdad las pudiera leer, beso al aire y me voy por donde vine.  Talvez encuentre sentido a mi vida otra vez, talvez la próxima vez regrese para quedarme a su lado, talvez, todo es un gran talvez.

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