lunes, 16 de marzo de 2015

El paredón


Aqui no hay distinción entre la vida y la muerte.
Ya no se sabe quien es amigo o enemigo.
Matamos o nos dejamos matar, salir de este páramo ya no es una realidad.
Me tiro al suelo y trato de divisar alguna nube con forma que me haga soñar, como cuando éramos niños y podíamos imaginar que volábamos entre ellas para el cielo tocar.
Siento unas manos bajo mis brazos, me levantan a la fuerza, quiero llorar.
A rastras me llevan hasta ese lugar, donde miles han muerto ya.
Prisionero de guerra me dirán, no llegué a ser hombre, ya no podré ni intentar.
Vista al paredón, apunten, carguen... Adiós.

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